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Un tema que lleva rondándome la cabeza hace tiempo y del cual me han sugerido que escriba, es la identidad de género. Una sencilla definición que quiero presentar de este fenómeno consiste en un conjunto de estrategias políticas, económicas, culturales, espirituales y religiosas que pretenden definir un rol específico para las mujeres que les permita una clara reivindicación de lo que las personas de este movimiento consideran que es la dignidad de la mujer.
ANTECEDENTES
Durante siglos, los hombres hemos pisoteado en muchas ocasiones la dignidad de las mujeres irrespetándolas con mentiras, con falsos amores que son maneras reales de utilizarlas como trofeos, como instrumentos de satisfacción sexual o como vitaminas de la autoestima del macho remacho que se siente todo un «vaaaarón» porque tiene su séquito de conquistas.
Pero no sólo ha sido un tema afectivo y sexual; es que también nuestras abuelas y algunas mamás vivieron esa casi humillación de pedir dinero para un par de medias o de tener que sustraer del valor del mercado semanal algunas monedas para los gastos personales de ellas mismas.
Desde hace algo mas de 40 años comenzó un movimiento que rápidamente se volvió mundial, en el cual se hablaba de que la mujer tenía derecho a vestirse como mejor quisiera (apareció la minifalda), la cual se convirtió en ícono de esa emancipación. Pero también apareció otro instrumento de consecuencias inimaginables: la píldora anticonceptiva, la cual prometía la posibilidad de tener sexo sin que ello implicara la maternidad.
Pienso que este instrumento, los anticonceptivos (primero fue la píldora, pero hoy existe, la pastilla del día después, el aro, la T, Mirena, Los implantes, las inyecciones), le dio «verdaderas alas» a este movimiento de libertad para las mujeres: la posibilidad de no no quedar embarazada, de disfrutar la sexualidad, de no quedar con el recuerdo de ese hombre desgraciado (cuando el novio se portaba mal que era, y es, casi todas las veces), permitía que las consecuencias no fueran permanentes (como lo es la vida de un hijo) y que como dicen en Colombia «un clavo sacara otro clavo».
Esa sensación de libertad porque no había consecuencias en cuanto a la maternidad, rápidamente se tradujo en que «la mujer también tiene derecho» a vivir relaciones casuales, de una sóla noche o en cualquier caso, sin hipotecar su corazón. Reitero: el espejismo de no ser madre era demasiado atractivo como para que pasara desapercibido.
Pero faltaba un elemento esencial en toda esta lucha por la «reivindicación» de los derechos de la mujer: la posibilidad de ser «tan grande como el hombre» o en cualquier caso de que pudiera encontrar su propio espacio, sin que nadie le dijera si tenía que ser madre o no, o si tenía que casarse; sin tener que «pedir permiso» para trabajar. Pienso que la sensación de libertad sexual sólo se complementa de una manera casi perfecta con la sensación de poder que se adquiere por el desarrollo profesional: ya no había que esperar a que el marido la mirara con desprecio para darle dinero; ahora, las mujeres podían manejar su propio dinero y como lo administran mejor, rápidamente se convirtieron en una fuerza decisiva del mercado y el marketing.
Si a esto le sumamos que la situación económica no es fácil para el 90% de la población y tal vez mas, la discusión de si la mujer tiene o no que trabajar, es ridícula. Además de que es mas ridículo pensar en que una persona que ha estudiado durante algo mas de 20 años hasta llegar a ser profesional, no tiene derecho a realizarse en su vocación laboral.
Todo esto, y las variables que se me escapan por reseñar, ha ocasionado que el papel de la mujer hoy en muchos casos sea incompatible con la vida por nacer o con la que ya ha nacido, como lo podemos ver en esta imagen de una valla publicitaria (edité la foto para ocultar un mensaje que no tenía que ver con la idea original que se quería comunicar) y que encabeza este post.
En una próxima oportunidad continuamos analizando lo que todo esto ha ocasionado en el presente de nuestra sociedad, de nuestras familias y de cada una de las mujeres que se muestran sensibles a la ideología de género.
>Bendiciones: yo siempre he pensado que la liberqcion femenina, undio de una forma tragica la dignidad de la mujer, pero no podemos llorar sobre la leche derramada, ahora debemos buscar caminos o maneras de aportar a la evangelizacion para todos y todas aquellos (as) que no han tomado conciencia con el bello regalo de tener hijos.
>Es claro que el enfoque que se ha dado a la liberación femenina es errado, vemos los resultados en la destrucción de los hogares y las dificultades en los adolescentes, si bien es cierto que la situación económica y el anhelo de desarrollarse profesionalmente es necesario para la mujer, debemos definir prioridades y recuperar el espacio como madres, únicas capaces de formar hijos con valores, en un ambiente de amor y armonia, de Fé y confianza en Nuestro Señor.
>Simplemente si creo que no puedo y no me siento bien teniendo hijos no lo hago, prefiero no tenerlos y no ser mala madre..