>Reportan que en un colegio han abierto baños para niños y jóvenes transexuales quienes manifestaban no sentirse bien utilizando el de las niñas. La noticia la vi en televisión y en el periódico. La cara de esos niños y jóvenes con gestos explícitamente afeminados pretendiendo convencer a quien los vea y sobretodo convencerse a sí mismos de que son felices…
Llama la atención que la noticia destaca que el 7.6% (200 de 2600 Alumnos), se declaran transexuales. Tal vez esté hilando muy delgado como me suelen decir aveces, pero descubro una intención soterrada de seguir presentando la identidad sexual diferente a la heterosexual como algo espontáneo: ¿qué mas natural que la sonrisa de esos niños y jóvenes que parecen tan felices?
En alguna ocasión escribí algo sobre esa necesidad que tiene el corazón humano de tener una familia si se siente llamado al amor de pareja. La primera parte de eso está en este link. El tema de la identidad sexual es algo muy sensible para todos; primero, porque cada ser humano tiene una inclinación sexual, y segundo porque en algunos casos, es probable que un hijo(a) o una persona muy cercana a nosotros, sienta un gusto hacia personas de su propio sexo y parece muy complejo rechazarlo por esto.
En otra oportunidad hablaremos mas de eso, pero por ahora quiero volver a ese 7.6%
Esa “naturalidad” de esas sonrisas no nos cuenta algo: el país de marras es Tailandia, reconocido a nivel mundial por el cruel comercio del turismo sexual infantil. ¿Habrá alguna conexión entre esos 200 jovencitos y esos pobres niños que son explotados de una manera salvaje y brutal en su propio cuerpo y sobre todo en su afectividad y sus sueños?
¿Existirá alguna relación entre el comercio que quiere “vender” a un niño a un turista (cómo no llamarlo depravado) y el comercio que quiere vendernos la idea de que esos 200 jovencitos son felices con su transexualidad? Yo creo que sí: que en todos esos casos estamos hablando de dinero; de las utilidades de ese comercio carnal maldito y de las utilidades de vender mas periódicos.
Qué tristeza que los sueños de tantos jóvenes en esas tierras orientales, no importen y que sí importen los dólares y euros de los turistas o los balances de los conglomerados económicos y periodísticos.Yo creo que esas sonrisas no son naturales. Son artificiales. Son dibujadas con el dolor de la agresión que no tiene en cuenta la dignidad de esos muchachos.
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